ÚLTIMA MORADA (Por Gustavo Bonelli)


Arrodillado ante el altar
de mi memoria
oigo trinos y estás tú;
musito herrumbres
de versos trasnochados.
Ya no vengas a mi nido,
desgajado está, y solo.
No sucumbas al deseo
de verme, de encontrarme.
Esta membresía tuya
ya no sirve, caducó;
el Olimpo te es esquivo;
ya no traigas más pesares
al campo fértil de mi vida
que abocado sólo está
a renacer, a reencontrarse.
Olvida los resquicios de placer,
ellos ya no viven más en ti.
Eres sólo piel echada al campo,
vano fuego solo, que no prende
y no calienta, pero daña ...
Eres flor marchita entre mis dedos,
ya no cantas para mis adentros.
Sólo inflamas de recuerdos tu pasado.
El adalid de las conquistas te recuerda
te hace suya entre tus versos,
te reclama, te posee,
te tienta dulce y goza plena.
¡Abandona ilusión alguna:
cual Dante con Virgilio has llegado
a la última morada del Averno!
Y ya no aguardan más rocíos entre flores,
ni mañanas claras de tiernos albores.
Ya no cantan para ti los ruiseñores
ni se gozan las vulpejas en tu huerto...

(Por Gustavo Bonelli Vásquez -
Todos los Derechos Reservados)

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