Andersen, hidalgo poeta y narrador,
la miseria, de niño cobijó tu cuna
mas supiste trocarla en dulces frases,
en cuentos mil de amor y fantasía.
Andersen, niño grande, dulce vate
tu pluma restó amargura a tus embates;
batallaste con honor en mil contiendas
y brillaste siempre altivo en tus relatos.
Fuiste grande muy, muy grande, y sin embargo,
cual pequeño escribiste tierno y con hondura;
en tus trazos advertí siempre la ternura
y humildad en cada cuento que leí.
Por todo ello, mi Andersen amado:
Rosas bellas coloco hoy ante tu tumba
con gran gozo para ti este poema esbozo
¡y con fervor, en tu legado, hurgo siempre embelesado!
©Gustavo Bonelli V.
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