AVECILLA DEL PARAÍSO


Eres como mi adorado Santo Domingo...
como estivales tardes paseando al abrigo
de tornasoladas aves del paraíso…
como la mirada de un poseso
contemplando con asombro verdes senderos de emoción…
como fulgor plateado que regresa a la orilla
para morir abrazado a su ilusión…
Eres la inmaculada vida que aun late en mí
y que aún no muere,  sabiéndose extraño en tus territorios…
Eres la infancia mía que allende los mares
reclama a su diosa cada noche…
Esa necesidad de preñar a una vestal destinada solo para mí…
el gemido de Medusa cuando aún bella,
veía que su linda vida se acababa...
Eres mil veces yo danzando al compás de un Lied de Schubert…
La magia de mil soles y un mirar de veneciano frenesí.
Eres lo que eres porque al fin, en el verdemar de tus pupilas
soy un dios que solo tú, sabes bien que te poseo en tu cotidiano despertar.

Por Gustavo Bonelli.
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