Mieses y espigas se mecen al viento en esta hora marchita
Muere un vahído y nace un gemido...
Tus manos tan dulces me llaman
La mía acompañó el oteo de sus ojos idos
Asisto al albor de un nuevo deleite
Es la aurora de ilusiones flamantes
Y también la muerte de un viejo romance.
©Gustavo Bonelli V.
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