Tu voz no me habla
y es acero frío,
es niebla entre mis dedos.
Tu aliento huele a sol
a tornasolado popurrí
de meriendas desgastadas.
Tus senos se mecen
cual gráciles bellotas
consentidas por la tarde.
Indómita belleza
de arreboles tiernos.
sabes de mis ansias...
Tu cabello se arrebata
y tus piernas te obedecen
en la danza sutil de tus andares.
Eres la Cibeles que gobiernas
sabia y criteriosa
tus leones venturosos.
Cual Minerva o cual Diana
oteas a distancia mi callada paz
y la domeñas en el haz de tu mirada.
Tú sales al encuentro de la nada
y retornas presurosa al redil de tus encantos
muy sabia te acicalas con despojos olvidados.
Eres luz entre micrones de éter desechado
y arremetes con sosiego tierno la tristeza.
Tus guedejas hacen fiesta con tu rostro
que celoso proyecta maravillas
¡Eres tú mil veces
quien me mira sin mirarme !
¡Eres tú y mil años de desdicha
que trocar no quieres al no amarme!
©Gustavo Bonelli Vásquez
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