LA CONDENA DE LO ETERNO



Tu perfume huele a hierbas y alhelí
y la madeja de tus besos
es esencia que enamora.
Dichosa vida la de los amantes
que estando en mutua proximidad,
sienten que una sola piel
es la que los envuelve.
Feérica su existencia,
pues se reconocen al mirarse las pupilas.
Sé que nunca serás mía
y condenado estoy a la contemplación
de tu encanto eterno y seductor.
De tal modo es que los dioses
humillan a quien por un instante
se atrevió a topar la Gloria
sólo a aquéllos reservada.
Tal experiencia junto al Arte
implica en buena cuenta
rasgar con insolencia
el mágico velo de lo Eterno.

©Gustavo Bonelli Vásquez
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