Yo ya no soy dueño de mis realidades,
sino de bondades donde reposa tu alma.
Yo ya despedí mis suelos
porque envejecieron, murieron
y se rieron aun yertos, de mí.
Tú ya tienes mi báculo, mi espada y corona,
con ellos has construido metálico traje
para obsequiarme el más bello sobrepelliz,
aquel que vestí la otra noche en tu alcoba
ése, con el que tú, supiste hacerme feliz.
Hoy yazgo horadando en la nada y encuentro
tu amor que cual daga traspasa mis tuétanos
con artera y certera destreza de arquero.
Ese lance carcome mis órganos
y me hace temblar de agonía sombría,
me destruye y agobia
mas, aun así, permite que ría...
Hoy luzco en la playa tus divinos trajes
y lo que me reconcome hasta ayer, ya no es más
"te adoro", me han dicho tus ojos
"te extraño", me ha hablado tu boca
"¡Mi todo!", gritóme tu ser...
Y yo ante ello, transfigurado y devoto
me he vuelto un todo enamorado,
girado ardiente, hacia tu mirar
y en tus pupilas he visto las mías
y en tu boca tibia, he aplacado mi sed...!
© Gustavo Bonelli Vásquez
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