Hay una luz que ilumina mis aposentos,
un recuerdo fugaz de tiempos idos.
Circunstancias muertas en un antaño lejano.
La tierna impronta de tu mirada
de tu cadencioso caminar
aunque sin gracia, por aquellos lares.
Hay un haz de esperanza que gobierna este momento
un tierno crepitar de sonrisas y miradas
que atesoré alguna vez en la reyerta de mi vida.
Ese momento tan hermoso volvió una que otra vez
por momentos en extremo gloriosos
y otros en cambio, de un negro suspirar.
Hay momentos como éste que no los cambiaría yo por nada,
porque te engendré mi amada en estos claros instantes
y fuiste mía a plenitud en mi alborada.
Porque empezaste a vivir entre mis labios
y entre cortinas ansiosas empezaste a caminar.
¡Dichosa tú, que andabas a tientas sin saber por qué!
Y en tu tierno deambular por entre rejas
supiste de tu dios que te creó a tientas
tan tímido de saberte suya y sin embargo, no tenerte.
Supiste de su afán por atenderte y darte dicha
de su noble entrega, de su risa al poseerte.
Ese dios fui yo mi amada, fui yo y tú...! tú fuiste mía...!
©Gustavo Bonelli V.
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