Miel oscura
mirada diáfana
de ella;
la antesala
tejía la evidencia
de su ser...
Restañaba heridas
su estandarte florido
en fogosa cabalgata
y encontraba el arroyo
donde escondido,
yacía perturbado caballero.
Hojas de parra cubrían
sus cansadas sienes
y brillaban sus pupilas.
Su rictus no variaba,
se amoldaba
a mis ojos desvariados;
y así encontró la tarde
la sutil evidencia
de una Venus
convertida en hembra.
©Gustavo Bonelli Vásquez
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