Yo soy el dueño de tu otra esencia,
del destello de tu mirada al contemplarme.
Soy el paladín de tus desvelos inmaculados
y de tus inopinadas visitas por la tarde.
Soy quien deambula por la pradera creyéndote encontrar,
llevando en mi pecho el candil de tu sonrisa,
tan acomodada y cálida frente a la maraña de mis versos.
Soy el que arremete tu hodierno trajinar de singular amazona en el
bosque baldío,
plagado de sutiles y grandes amenazas;
el que mira sin pestañear, la recia
armadura
con la que cabalgas en pos de tu ilusión y tu quimera.
Y sin embargo, al observarte sin mirarte,
mis pupilas se han disuelto en el encanto de tu ser
para poder contemplarte en el éter que ahora es nuestro,
porque lo robé para los dos.
¡Admítelo ya, mi bella ondina!
¿No ves que soy el puerto de tus ansias, el pórtico de tus ideas peregrinas?
¿Que en ellos amaso tus rastros de niña enamorada y que los mezclo con el furor de tus abrazos;
con el ardiente frenesí de tus caricias y tus besos?
¡ Es que has nacido en mi alma una y otra vez;
es que creyéndote perdida, por amor has trascendido espacio-tiempo para venir a morar en mis entrañas,
para poblar de deseo y de ardiente vida mi ilusión !
Gustavo Bonelli Vásquez
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